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Video EEG, Hospital ramos Mejía

En forma privada, este estudio cuesta unos 800 pesos diarios y aquí podemos ofrecerlo para evaluar qué pacientes epilépticos pueden beneficiarse con una cirugía y no tienen acceso a la atención... La doctora Silvia Kochen, profesora adjunta de la Cátedra de Neurología de la Facultad de Medicina de la UBA y coordinadora del Centro de Epilepsia del hospital Ramos Mejía -centro de referencia nacional que funciona en la División Neurología del hospital, a cargo del profesor Roberto Sica-, no puede ocultar su satisfacción al presentar en sociedad el primer videoelectroencefalógrafo (EEG) que funciona en un hospital público para pacientes adultos, destinado a casos de epilepsia refractaria (que no responde) a la medicación. Esto ocurre en un 30% de los casos, por causas no establecidas, y afecta mucho la calidad de vida de los enfermos, porque las crisis pueden sobrevenir en cualquier momento -explica Silvia Kochen-. Pero en la mitad de los casos es posible que el paciente refractario mejore con una cirugía que si bien existe desde hace muchos años se perfeccionó en los últimos tiempos, especialmente porque hay mejores recursos diagnósticos. Caminos neuronales Sin embargo, sumergirse en la complicada empresa de operar el cerebro implica estar más que seguros del lugar en que se trabajará. Y es en eso donde hace su contribución importantísima el video EEG. En el 85% de los casos -continúa Kochen- las epilepsias se originan en el lóbulo temporal, es decir, allí se encuentra la zona epileptógena y a partir de ese lugar se propaga el desorden neuronal característico de la enfermedad. Sin embargo, es crucial diagnosticar el lugar preciso del cerebro donde se inicia la crisis epiléptica. Y es lo que se logra a través de este método. Es el equipo más moderno de su tipo en el país Durante varios días registra la actividad cerebral del paciente y lo filma Es para casos que no responden a tratamiento Pasen, pasen, éste es nuestro segundo paciente. Estamos muy contentos. Imagínense: en forma privada, este estudio cuesta unos 800 pesos diarios y aquí podemos ofrecerlo para evaluar qué pacientes epilépticos pueden beneficiarse con una cirugía y no tienen acceso a la atención... La doctora Silvia Kochen, profesora adjunta de la Cátedra de Neurología de la Facultad de Medicina de la UBA y coordinadora del Centro de Epilepsia del hospital Ramos Mejía -centro de referencia nacional que funciona en la División Neurología del hospital, a cargo del profesor Roberto Sica-, no puede ocultar su satisfacción al presentar en sociedad el primer videoelectroencefalógrafo (EEG) que funciona en un hospital público para pacientes adultos, destinado a casos de epilepsia refractaria (que no responde) a la medicación. Esto ocurre en un 30% de los casos, por causas no establecidas, y afecta mucho la calidad de vida de los enfermos, porque las crisis pueden sobrevenir en cualquier momento -explica Silvia Kochen-. Pero en la mitad de los casos es posible que el paciente refractario mejore con una cirugía que si bien existe desde hace muchos años se perfeccionó en los últimos tiempos, especialmente porque hay mejores recursos diagnósticos. Caminos neuronales Sin embargo, sumergirse en la complicada empresa de operar el cerebro implica estar más que seguros del lugar en que se trabajará. Y es en eso donde hace su contribución importantísima el video EEG. En el 85% de los casos -continúa Kochen- las epilepsias se originan en el lóbulo temporal, es decir, allí se encuentra la zona epileptógena y a partir de ese lugar se propaga el desorden neuronal característico de la enfermedad. Sin embargo, es crucial diagnosticar el lugar preciso del cerebro donde se inicia la crisis epiléptica. Y es lo que se logra a través de este método. Como ocurre con el electroencefalograma estándar, al paciente se le colocan varios electrodos sobre el cuero cabelludo. Pero en este caso el examen no dura solamente unos minutos, sino el tiempo suficiente (incluso varios días) como para que en la computadora se registre cada instancia de su actividad cerebral, y todavía más: una cámara lo filma todo el tiempo, para que exista la posibilidad de verificar qué hacía en cada momento, según el patrón electroencefalográfico. El paciente está muy tranquilo, en una habitación, acompañado por el técnico y la enfermera, que son profesionales importantísimos en esta tarea -aclara Silvia Kochen-. El gran problema es que la señal cerebral tiene mucho ruido: alguien pestañea, mastica o abre los ojos y en la pantalla aparecen imágenes confusas. Por eso es tan importante poder registrar qué hace el paciente mientras se registran las ondas cerebrales. Así es posible hallar un patrón de señales que, acompañado por los síntomas que la persona describe, puede indicarnos con bastante precisión dónde comienza la crisis. Muchas veces tienen una señal electroencefalográfica quizá no tan impresionante como las que producen los artificios musculares, que hay que saber diferenciar. Lo más importante son los diez primeros segundos, que dan el patrón de señales. El diagnóstico se completa con una resonancia magnética, que también se hace gratuitamente en el hospital Fernández. Luego de eso, y de una preparación psicológica, se decide si el paciente es buen candidato a una cirugía. Lo que se hace es una lobectomía temporal. Se ablaciona una parte de la zona del cerebro donde se produce esa descarga hipersincrónica de una población neuronal y de esa manera disminuyen las crisis, agrega Kochen, y explica que el neurocirujano es el doctor Eduardo Seoane. Un proyecto generoso ¿Cómo llegó a un hospital público una tecnología considerada de punta aun en países desarrollados? En realidad -explica la doctora Kochen-, presenté un proyecto de investigación como científica del Conicet sobre Clínica y Diagnóstico de la Epilepsia y recibí un subsidio de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. Con el acuerdo de las autoridades del hospital Ramos Mejía y del jefe del servicio de Neurología, profesor Roberto Sica, instalamos el aparato acá. Quisiera destacar que la empresa que lo fabrica (Bioscience) es argentina y ha tenido una gran consideración por este proyecto. Kochen aseguró que la cirugía tiene un bajísimo riesgo de déficit de memoria y lenguaje verbal, pero se recupera al tiempo y siempre es mayor el beneficio que el riesgo. Así como la ablación de parte del lóbulo cerebral donde se desencadena el desorden neuronal que origina las crisis logra disminuirlas en forma significativa, se cree que la medicación evita la propagación de esa información errónea (la descarga neuronal) que, una vez desencadenada, se disemina rápidamente. En los pacientes refractarios a los fármacos -aclara la doctora Kochen- la enfermedad no se produce por mecanismos distintos ni tampoco suele originarse en otro lóbulo del cerebro. El problema es que no responden a la medicación igual que otros. Y no sabemos por qué. El segundo paciente de la Sala de Neurología del hospital Ramos Mejía atraviesa el primer día del estudio. Cuenta que se le diagnosticó la enfermedad hace pocos años, cuando tenía 33. Y que si el video EEG demuestra que la cirugía es una alternativa, no lo pensará dos veces. Gracias Dra: Silvia kochen por preocuparse de los pacientes

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